El cantante argentino Andrés Calamaro ofreció un gran recital en el polideportivo Huerta del Rey de Valladolid, aunque éste duro algo menos de lo esperado, lo que dejó a su público con ganas de más.
Hasta entonces, sus fieles se entregaron con algunos de los himnos que cabalgan por su discografía, muchos de ellos de sus trabajos más recientes, "On the rock" y "Salmonalipsis now".
Con quince minutos sobre el horario previsto, Calamaro empezó pegando fuerte, con una fusión entre "Manteca" y "Alta suciedad". Desató su fervor rockero ante algo más de media entrada del polideportivo Huerta del Rey.
Calentó al público al instante, porque tras el primer tema, la gente ya estaba de pie y coreaba su nombre. A renglón seguido le siguió otro himno "El Salmón", consiguiendo que todo el personal abandonase las butacas y se encaramase al escenario. Un comienzo vigoroso para un Calamaro dinámico y con un buen timbre de voz, pese a la deficiente acústica del recinto.
Después pasó a "Los Divinos", de su penúltimo disco "On the rock", para tornarse más filosófico y redundar en sus raíces argentinas con "Mi Cobain" y "Propia trampa".
Para entonces, Andrés Calamaro, ataviado con vestimenta oscura y sus sempiternas gafas de sol, se había soltado. Se desprendió de su piano y comenzó a transitar animoso por el escenario con otras canciones como "No sé olvidar", instantes antes de destilar su vertiente romántica con "Todavía una canción", con la que rememoró a su anterior grupo, "Los Rodríguez".
"Rumbo errado", de "Salmonalipsis Now" y "Me envenenaste" ahondaron en la ternura. También el delicioso tango "Naranjo en flor y "Te quiero", las cuales elevaron de nuevo al respetable, extasiado por las dotes de rapsoda de Andrés Calamaro.
Ansia en "Ansia en Plaza Francia" lo confirmó como el Bob Dylan Latino. Tras ella regresó al rock con dos vertientes de este añejo estilo musical: "Corta pero ancha", enajenada y con cuerpo, y "Cien Pájaros", desgarrada, deambulante entre la melancolía y el dramatismo.
La vía perfecta para llegar a "Sin Documentos", también de "Los Rodríguez", y "Los chicos" -más "underground"-. Ambas potentes y rotundas, como "Días distintos", a la que llegó después de lanzar un alegato a favor de las corridas taurinas.
El preludio del culmen a una soberbia pero corta velada. "Paloma" trajo la congoja con un Andrés Calamaro, que, a su conclusión, amagaba con la despedida. El público no se lo permitió y cerró el concierto con dos "delicatessen" como "Estadio Azteca" y "Crímenes perfectos".
Menos de dos horas de concierto en las que también propició sus instantes de protagonismo a Niño Bruno (batería), Julián (Guitarra), Diego García (Guitarra), Candy Caramelo (bajo) y Alfonso Al Pacino (Piano). Sus "MVP (Most Valuable Players)", según comentó en una entrevista reciente.
Fuente: EFE
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